Si querés que las personas conecten con tus productos, es necesario parar de hablar con tanto tecnicismo y adoptar un enfoque más accesible.
El mundo del vino es hermoso y hay mucho por aprender, pero si alguien no siente lo que debería sentir, puede salir corriendo por miedo a no estar a la altura de lo que promete la bebida.
❌ Evitemos hablar de «bouquet», «terroir» y «tannins». Son términos que muchos no conocen.
❌ No hay que enfocarse en descripciones cliché como notas de vainilla, aromas a hojarasca y retrogusto largo. Mejor usar descripciones más sencillas para conectar con aquellos que solo quieren disfrutar del vino sin ser expertos.
❌ Simplifiquemos las etiquetas que a menudo están llenas de información técnica. Hagamos que sean comprensibles para todos, no solo para el productor del vino o un sommelier.
¡Pero ojo! No digo que esos aspectos técnicos no se tengan que comunicar, de hecho es importante que una persona los aprenda, pero no tienen que ser el único argumento para vender, ya que si se habla difícil, será complicado incentivar la compra, y es probable que las personas opten por otra bebida que satisfaga sus necesidades.
Esto es muy simple, uno siempre va a recordar el vino por su calidad y sabor, pero también lo recordará por lo que le hizo vivir al momento de tomarlo. Cada marca debe hacerle vivir al consumidor una experiencia única.
Para que este tema se entienda mejor, ¿por qué pensás que las marcas de cerveza siempre hacen genialidades para atraer a nuevos consumidores?
Pocas veces escuché a ese mercado glorificarse por la cantidad de lúpulo o cebada que lleva la composición del producto. Ellos simplemente se enfocan en lo que les hará vivir esa bebida. Se enfocan en la experiencia.
Eliminemos las barreras.
El vino es para disfrutar y compartir.
Hagámosle sentir nuevas experiencias a las personas.